Dejaron atrás la belleza que los distinguía y comenzaron a parecerse entre sí. Las razones de un signo de nuestra época.
En medio de los reclamos por la falta de estética en los autos de competición, y tras la confirmación de la nueva conducción de la Fórmula 1, que prometió que en esta temporada se verían vehículos "más atractivos", en el diario La Nación hicieron un repaso sobre las modificaciones que sufrieron estas máquinas a la largo de los últimos años
Durante las décadas de 1970, 1980 y 1990, la estética era bella y era diversa. Fue la época en la que todo podía pasar, hasta vehículos de seis ruedas. “Fue una época en las que los adelantos técnicos y las experimentaciones avanzaban mucho más rápido que los reglamentos, y cuando éstos cambiaban, lo hacían de forma tan drástica que daban lugar a soluciones totalmente nuevas”.
Pero a partir del año 2000, comenzó a predominar la uniformidad. No hay forma de distinguir a simple vista y auto de otro, salvo por pequeños detalles, como la gráfica y el color.
“Hay cuestiones que tienen estrictamente que ver con cómo percibimos las formas. Para empezar, el tamaño y las proporciones: antes los autos eran mucho más compactos, y parecían construidos alrededor del piloto; hoy son enormes y el casco apenas se distingue sumergido en el medio del auto, restándole protagonismo al hombre en su relación con la máquina”, según el artículo.
Es que mientras que antes lo que importaban y resaltaban era el ancho y la baja altura, lo que provocaba una sensación de estabilidad y maniobrabilidad, como también la grandilocuencia de las ruedas traseras; en la actualidad las carrocerías son demasiado largas, relativamente altas y angostas.
“Si aceptamos que las líneas fluidas son más agradables de ver que las que no lo son, ahí radica uno de los grandes problemas de los modelos actuales. De hecho, en cualquier ranking de los autos más lindos de F1 de todos los tiempos, los primeros que aparecen son los de formas limpias y siluetas en cuña, con el Lotus 78 de 1977 a la cabeza (en opinión de quien escribe, la máquina de competición más bella de todos los tiempos). A modo de ejemplo, el Brabham BT 52 de 1983 (con su extraordinaria forma de flecha); la Ferrari 641 de 1989, y hasta el McLaren MP4-13 de 1998 (uno de los últimos F1 recordados por su lindura) calzan perfecto en ese patrón. Desde entonces viene sucediendo todo lo contrario”, cuenta la nota
El diseño es lo fundamental. Y con el tiempo se fue adaptando no sólo a cuestiones estéticas sino también necesarias, como ser la seguridad. Tras la muerte de Ayrton Senna todo cambió. Por ejemplo, las trompas largas y desproporcionadas, que se deben a que los pies del piloto tienen que estar por detrás del eje delantero para que haya amortiguación en caso de impactos frontales.
Asimismo, con la irrupción de la tecnología también se dejó la belleza en segunda plano. “Por eso los autos son tan parecidos entre sí: ya ni siquiera se trata de que un equipo copia a otro, sino que la capacidad de procesamiento de datos es tan monstruosa que hace que todos llegan al mismo resultado óptimo”.