De aprobarse el proyecto de presupuesto enviado por el Gobierno Nacional al Congreso, se estaría consumando el ajuste más grande de las últimas décadas sobre el sistema educativo. Ningún gobierno de la democracia se atrevió a tanto. La inversión nacional en educación y cultura viene cayendo hace tres años, aunque este nuevo presupuesto, redactado de acuerdo con las exigencias del Fondo Monetario Internacional (FMI), agrava el recorte. En el año 2015 significó el 1,66% del PBI. Para el 2019 el Gobierno propone invertir solo el 1,25 por ciento. Como se trata de un PBI más pequeño por el achicamiento de la economía nacional en tres de los cuatro años de Gobierno de Cambiemos, es posible afirmar que se le otorga a la educación y a la cultura una porción menor de una torta más chica. Lo más grave de la situación es que, a pesar de prever una inflación mayor al 40% en el 2018 y, según la estimación oficial, del (poco creíble) 23% para el 2019, los recursos destinados a la educación inicial, primaria, media y superior no universitaria para el próximo año, aun en valores nominales, son menores. Sin incluir los recursos destinados a las universidades, el Gobierno nacional ha propuesto disminuir la inversión en programas educativos de 67 mil a 54 mil millones de pesos. Es decir, a pesar de la inflación pasada y futura, los recursos caen un 18,9 por ciento. Si tomamos en cuenta la variación de los precios, el presupuesto de estos programas disminuye, entre el 2018 y el 2019, el 39,9 por ciento.